Alejandro Sánchez
El desafío cobró protagonismo al toro, pero al final se lo llevan los de siempre. Una corrida de toros normal, con diferentes ganaderías
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La tarde tenía los alicientes necesarios para ser una gran tarde de toros. Desde la expectación previa por el cartel de las ganaderías y por los toreros que estaban delante. Pero falló darle más protagonismo al toro. Porque se cuidó el detalle de escoger ganaderías sevillanas, al igual que seis encastes diferentes. En esto de los toros, la lidia se sabe que tiene varios tercios, y el tercio de varas, algo tan importante para medir la bravura del toro, no fue cuidado. El desafío quedó en una corrida de toros normal disfrazada con ese cartel.
Ya desde el propio sorteo, realizado en un hotel semanas antes y con el paripé realizado en los toriles esta mañana, sabíamos de que era un semi-fraude. Ni concurso ni nada. Un auténtico disgusto para el aficionado, que tenía puesta las esperanzas en tardes como estas. Y la crítica no va para Garzón, que siempre ha querido dar toros, sino en la forma de darlos. La tarde de hoy, bajo el cartel de concurso, con unas bases para establecer un ganador, nos hubiera dado más esperanzas aún.
Y, seguramente, el resultado al ganador del festejo sería declarado desierto. Seis de seis que no han sido lucidos en el caballo. Por lo tanto, sin esa medición de la bravura, difícil establecer un ganador. En la tauromaquia moderna, en la muleta, también habría un desierto. Ni la bondad del Murube, al que desorejó Daniel Luque, ni el carretón de Juan Pedro Domecq que lidió Ginés Marín, serían merecedores del premio. Del resto, mejor ni hablar, casi. Porque de presentación, los seis, eran prácticamente de premio.
Daniel Luque se encontró con el primero de Osborne, que abrió plaza destrozando el burladero a su paso. Un toro sin fijeza y que se apagó rápido. Un estoconazo en lo alto fue lo más destacado. Con la pintura de cárdeno claro que hacía de tercero, de Partido de Resina, se le hicieron las cosas mal, y pasó lo que pasó. El toro aprendió y no quiso hacer nada bien. Y el torero, no querer verlo. Ya lo taparán con algo del toro, pero con pases a media altura y sin obligar desde el principio al toro bajar la cara. Se puso difícil. Con el Murube, buscó la lucidez, y encontró un toro dócil que puso las cosas fáciles. Dos orejas para él en un balance en el que se vieron dos caras del diestro de Gerena.
Ginés Marín ‘debutaba’ con dos toros en esta plaza de Morón de la Frontera. El segundo, del hierro de Pallarés. El cárdeno se vino a menos con el pase de los minutos. Con Bilbaíno, de Miura, vinos un ejemplar difícil, peleador en el caballo, y a la defensiva en un mal tercio de banderillas. Sacó algún que otro muletazo, una labor más propia de Marín, que acabó con una estocada arriba. Con el sexto, el Juan Pedro ‘el deseado’, vimos el mejor tercio de varas (lo poco que se lució hoy este tercio) aunque sea un poco. Pero el animal estaba inválido. Prueba de ello fue verlo en el suelo en repetidas ocasiones. El animal perdió gas y las embestidas cada vez se parecían más a las del tercer toro, pero sin peligro.
Tarde de expectación, tarde de decepción. Y así es la sensación de que este festejo podría haber puesto el foco de atención en el principal protagonista de la fiesta: el TORO. Pero sin lucir al animal en todos los tercios, esto es muy difícil. Para poder criticar algo, primero hay que hacerlo, y si algo hay que achacar a Lances de Futuro es su intención de dar toros. Y seguro que no será el único festejo de Garzón este año. Y más ver variedad de ganaderías en los carteles es motivo de alegría. Por más como estas (pero de otra forma).
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Morón de la Frontera (Sevilla). Toros de José Luis Osborne, Pallarés, Partido de Resina, Miura, Murube y Juan Pedro Domecq, en este orden.
Daniel Luque: Ovación, silencio y dos orejas.
Ginés Marín: Ovación, oreja y silencio.
Foto de portada: Lances de Futuro