José María Garzón
Dicen que el tiempo todo lo cura, pero será imposible olvidar el año 2020. En lo profesional, y en lo personal, muchas de las circunstancias que han rodeado la temporada taurina más difícil de los últimos ochenta años, me han ayudado a sacar conclusiones para fortalecer mi idea de que merece la pena seguir luchando por la Fiesta de los toros. Que nadie lo dude.
Por esa razón, ahora que he visto cumplido el objetivo que me planteé una vez estalló la crisis del Covid-19, que no era otro que el de dar toros para no dejar pasar en blanco la temporada. Es por ello que quiero expresar públicamente varias cuestiones.
Agradecimiento. Lo primero que me siento obligado a transmitir es mi más hondo agradecimiento a quienes no sólo han confiado en el trabajo de la empresa que gestiono, Lances de Futuro, sino que con su impulso lo han hecho posible: gracias a toreros, ganaderos, cuadrillas, ayuntamiento, Junta de Propietarios, medios de comunicación y, fundamentalmente a los aficionados que, con su confianza y esfuerzo, hicieron de las corridas programadas en El Puerto de Santa María y Córdoba dos espectáculos únicos que jamás olvidaremos. Y no me puedo olvidar de mi equipo, ese grupo de personas que forman Lances de Futuro, sin ellos esto no hubiera sido posible.
Los más que buenos augurios que ofrecía la temporada a su comienzo… El inicio del año nos trajo a Lances de Futuro un horizonte especialmente estimulante: empezábamos a trabajar en Córdoba, lo que suponía nuestro debut en una plaza de primera categoría.
A eso se añadía la llegada a otro coso de suma importancia como el de Santander, que, igualmente, significaba la incursión de nuestra empresa en el norte de España.
Junto a estas dos nuevas plazas para nosotros, la ilusión persistía en seguir trabajando para Granada después de lo que supuso la presencia del maestro José Tomás en la feria del Corpus de 2019. A ese proyecto empresarial se sumaba, igualmente, otro personal del que me sentía profundamente orgulloso: el apoderamiento de Paco Ureña, uno de los toreros importantes y con mejores perspectivas para el nuevo año.
Pero llegó la pandemia… Todo ello vino al traste con la pandemia. Fue entonces cuando me di cuenta que había que seguir trabajando para adaptarnos a las nuevas circunstancias, persiguiendo ideas para hacer posible lo que en esas primeras semanas de confinamiento parecía inviable: abrir las plazas y dar toros.
Mi objetivo: dar toros.
No me arrepiento del empeño y esfuerzo que puse desde el principio en un año tan difícil. Lo haría de nuevo sin pensarlo, aunque la primera desilusión llegó en Málaga, donde no encontré la colaboración necesaria para sacar adelante un proyecto que hubiese merecido la pena.
Remar en solitario muchas veces te hace encontrarte con dificultades añadidas. Asimilé estas adversidades, encajé algunos golpes inesperados y decidí seguir mirando al frente, sin buscar culpables ni crear polémicas que entendía innecesarias y perjudiciales en un año en el que había que mirar por el bien general de la Fiesta dejando a un lado intereses particulares, precisamente, los que dieron al traste con lo que teníamos proyectado para La Malagueta. Cerré la puerta desilusionado; a pesar de ello, jamás acusé a nadie.
El Puerto de Santa María.
Mi vista entonces se situó en El Puerto de Santa María, donde se presentaba la gran oportunidad de programar lo que desde mi empresa entendíamos podía ser un acontecimiento. La confección del cartel me costó el apoderamiento de Paco Ureña. Un golpe muy duro. No lo escondo, aunque nada tengo que reprochar al que considero un gran torero y al que le deseo toda la suerte. Se lo dije en persona y lo hago ahora públicamente.
Una vez cerrado el cartel definitivo volcamos todo nuestro esfuerzo, trabajo, dedicación e inversión para que taurinamente fuera un éxito y para que el cumplimento de la Orden de 19 de junio de la Junta de Andalucía, en la que se establecían las medidas preventivas de salud pública frente a la crisis del Covid-19, fuera absolutamente escrupuloso por nuestra parte. Así lo hicimos y así lo valoraron las autoridades competentes de la Junta de Andalucía antes, durante y después de la celebración del festejo.
Nuestra conciencia como profesionales estaba muy tranquila al ser conscientes de que no sólo nos habíamos ajustado a la Ley, sino que quisimos añadir más medidas de seguridad de las exigidas por la Orden de la Junta de Andalucía sabedores de lo que estaba en juego: la salud pública y la imagen de la propia Fiesta.
Y vinieron los ataques… Sobre esa corrida se originó una polémica que nunca pensé iba a servir para hacerme tanto daño a nivel profesional y personal. Respecto a lo primero no había problema, porque Lances de Futuro se esforzó en cumplir la Ley. Nuestro trabajo estuvo siempre avalado por el ayuntamiento de El Puerto de Santa María y por la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía. Se presentó un plan de contingencia para hacer frente y prevenir la situación creada por la pandemia que contenía todas las medidas exigidas en la Orden del 19 de junio y otras que sumó la empresa siempre debidamente coordinadas con las administraciones públicas competentes.
Por eso mismo, lo más difícil de asimilar fueron los ataques personales con los que se puso en duda mi honorabilidad pasando por alto un principio jurídico básico como el de la presunción de inocencia. Fue muy desagradable escuchar algunas acusaciones de otros empresarios taurinos que llegaron incluso a entrar en el plano personal que se publicaron en medios de comunicación y redes sociales -algunas rayando el insulto-. Entendí que no eran más que una provocación, por lo que no quise entrar en ellas; quien así obró se calificó con sus propias palabras, incluso cuando, a posteriori, y una vez que las autoridades dieron la razón a mi empresa, han seguido maniobrando contra mi persona.
La más que decepcionante actitud de ANOET, la asociación que debía ser la casa común de los empresarios taurinos.
Pero lo que más daño me hizo, y ahora me veo en la obligación de manifestarlo públicamente, fue la postura adoptada por ANOET tras la celebración de la corrida de El Puerto de Santa María abriéndome un expediente sancionador sin base legal alguna; ni contravine en ningún momento los estatutos de la asociación ni ninguna norma interna disciplinaria ni externa a la asociación.
Con la iniciación del expediente sancionador contra mí, la Junta Directiva de ANOET pretendió arrogarse unas potestades sancionadoras de estricta naturaleza jurídico-públicas y aplicar un régimen sancionador cuya efectividad única y exclusivamente corresponde, en su caso, a la Administración Pública competente. Precisamente, ha sido la Administración Pública competente la que sí ha dejado constancia claramente de que Lances de Futuro actuó en todo momento cumpliendo escrupulosamente las normas aplicables.
La Junta Directiva de ANOET nos acusó públicamente de poner “en riesgo la salud pública”, de haber “dañado la imagen de la Tauromaquia” y que nuestra actuación tendría una relación directa en “los perjuicios económicos ocasionados a proyectos empresariales de Andalucía”. Me inculparon públicamente dando por hecho que había obrado ilegalmente y me señalaron como el responsable del endurecimiento de la normativa a partir de ese momento. Nunca entendí, y así se lo hice saber a ANOET, que a la incoación de un expediente que no se ajustaba a Derecho decidieran darle la máxima difusión a nivel nacional.
ANOET debe rectificar públicamente.
Quiero entender que mi decisión de abandonar voluntariamente en mayo de este año mi condición de vocal de la Junta Directiva de ANOET no ha influido en esta actuación tan arbitraria, porque precisamente me marché para no ser un óbice para el devenir de la vida interna y actuación de ANOET, y para tener a la vez la libertad de defender mi forma de entender el porvenir de la Fiesta y el rol que en él deben de jugar los empresarios organizadores de espectáculos taurinos.
Inasequible al desaliento: la corrida de Córdoba del día de la Hispanidad. Tras haber sido acusado directa y públicamente, volví a guardar silencio, respeté a quien no me respetó y seguí con mi idea de dar toros. Decidí dar otro paso adelante y organizar una corrida de toros en Córdoba el día de la Hispanidad, a pesar de las restricciones impuestas por la Orden del 13 de agosto que modificaba la Orden anterior, que era la que estaba en vigor en la fecha de celebración de la corrida del Puerto de Santa María.
Curiosamente, quienes señalaban esta modificación de la normativa como imposible para celebrar festejos, también dijeron en su momento que con la anterior Orden era inviable abrir las plazas de toros.
Mientras trabajaba en ese nuevo proyecto de Córdoba se hizo público por parte de la policía autonómica y de las autoridades de la Junta de Andalucía, que no cabía acusación alguna contra mi empresa y que todo se había desarrollado con escrupuloso respeto de la normativa en vigor, incluida la promulgada para hacer frente a la pandemia.
Y ANOET sigue sin dar ninguna explicación…
Esperaba en ese momento una disculpa pública de ANOET -de quienes de manera particular se manifestaron gravemente contra mi persona no merecía la pena esperar nada- pero me resultó desalentador que esa rectificación no llegara, pese a que de manera privada se la pedí a ANOET.
A fecha de hoy, muy lamentablemente, sigue sin llegar. Resulta penoso que la Junta Directiva de la asociación de empresarios taurinos tarde menos de veinticuatro horas en difundir una nota anunciando un expediente sancionador sin fundamento jurídico ninguno y que, tres meses más tarde, tras haberse ratificado por las autoridades el escrupuloso respeto de la normativa aplicable, no se sepa nada de qué ha pasado con el citado expediente ni se haya hecho comunicado oficial alguno. El perjuicio moral y económico y la vulneración de mi honor ahí están. Nada se ha hecho para repararlo.
Y termino… Superado el nuevo reto que nos planteamos en Córdoba, donde fuimos capaces de abrir la única plaza de primera categoría de España a lo largo de este 2020, sólo nos cabe la satisfacción del deber cumplido. Y si ahora hago público mi malestar es por haber sentido dañada gravemente mi honorabilidad. Espero que la Junta Directiva de ANOET esté a la altura, rectifique públicamente y demuestre a todo el mundo que defiende la verdad por encima de cualquier interés particular.
Mi propuesta ha sido y seguirá siendo la de dar toros, incluso en los tiempos más difíciles que viviremos en varios años, así como adaptarnos a las circunstancias y construir un futuro más alentador para la Tauromaquia.
Desde que decidí dedicarme profesionalmente al mundo de la empresa taurina nunca he alentado la polémica ni el conflicto. Todo lo contrario, siempre he defendido la idea de unir y de sumar -nunca de restar-, de mirar al futuro con el convencimiento pleno de que la Tauromaquia puede, y debe, interrelacionarse con la sociedad y con otros sectores económicos y culturales de manera natural. En ello nos va el futuro y ese debe de ser nuestro objetivo prioritario. El de todos. Mucho más en tiempos tan difíciles como los actuales.
Imagen: lancesdefuturo.com